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dimecres, 3 de febrer del 2010

Por amor a la Mar.


Dicen, los que conocen Palamós desde hace muchos años y han visto nacer aquí a sus hijos, que antes la poseidona llegaba hasta la arena, que los mejillones recubrían las rocas y con tan sólo escarbar un poco en la playa podías llevar a casa almejas para comer. Que de tanto en tanto aparecías con un pulpo en la mano con el que habías tropezado sin querer al bucear con las aletas y el tubo, o que jugando entre las rocas y el agua tenías que ir apartando cangrejos de los que sabías estarían riquísimos en la olla pero preferías dejar que jugara un rato con los niños y luego retornabas a la mar. Que se podía nadar y nadar sin encontrarte limitado por una perimetral de boyas amarillas y que podías dejar a tus hijos sin peligro que corriesen por la playa y la orilla sin tener que vigilar la entrada de embarcaciones a motor hasta la misma orilla... la playa era un refugio, un lugar de encuentro, de ocio, de paz, de diversión...
Los que como yo amamos la Mar echamos de menos esos lugares de descanso, íntimos, naturales y hasta algunas veces vírgenes de la Costa Brava. Para mí, que practico el buceo deportivo, hacer inmersión es uno de los mayores placeres de la vida. Experimentar la ingravidez, con el simple sonido de mi respiración y poder tener la increíble visión del fondo marino de Palamós es francamente indescriptible.
Entiendo que un bien tan preciado debe poder ser compartido, y que cualquier persona tiene que poder disfrutar de estos espacios, pero claro, ahí entra el tema de la masificación y de como un lugar tan mágico y especial se termina convirtiendo en un trozo de costa arrasado por nosotros mismos.

Aglomeraciones de gente en la playa, barcos, yates, lanchas, anclas... adiós poseidona, adiós pulpos, adiós almejas, adiós cangrejos, adiós fondo marino... a todo esto tenemos que añadir pesca indiscriminada, reducción de espacio de las zonas de baño por canales de boyas, limitación perimetral de 200 metros, destrucción de flora y fauna marina...

Por ello creo que una reserva en una zona que queremos conservar, y que tenemos la obligación de conservar, es una obligación, mía, nuestra, de todos aquellos que amemos nuestra costa.

Una Reserva Marina de Palamós bien gestionada, un lugar donde todos tengamos cabida, pescadores, buceadores, barcos, turismo, ciudadanos de Palamós. Hay sitio para todos, y todos tenemos que hacer sacrificios para que el día de mañana podamos dejar un bonito legado, para que a nuestros hijos no les tengamos que contar como era la costa Brava, sino que ellos puedan disfrutar como nosotros lo estamos haciendo, con respeto por el entorno, con amor hacía la vida ajena y con instinto de conservación por todo aquello que nos rodea.


Noelia Martínez


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